En las noches silenciosas, cuando la luna acaricia las hojas y el viento susurra entre los árboles, aparece este búho, guardián de los misterios antiguos. Sus ojos, grandes como dos luceros, observan lo que el día no ve, y en su mirada se esconde la sabiduría del tiempo.
Dicen que sus alas fueron pintadas por las manos del amanecer, con dorados y naranjas que imitan el fuego del sol naciente, y verdes que recuerdan la vida que late entre las ramas. Cada color cuenta una historia, cada trazo refleja la calma del artesano que supo escuchar la voz de la madera.
Este búho no solo contempla: protege los sueños, guía a quienes buscan respuestas y guarda en su pecho la memoria de los antiguos bosques. Su presencia es símbolo de intuición, paciencia y luz interior.
Así es el Guardián de los Secretos del Bosque, una pieza donde la artesanía se convierte en alma y la madera en espíritu que nunca duerme.




